Origen y clasificación del TEPT
Tal como se expone en el Manual Diagnóstico DSM-V: Muchas personas que sobreviven a eventos en extremo traumáticos desarrollan TEPT. Los sobrevivientes del combate son las víctimas más frecuentes, pero también se identifica en individuos que enfrentaron otros desastres, tanto de origen natural como inducidos. Incluyen violación, inundaciones, secuestros y accidentes de aviación, así como las amenazas que pueden implicar el secuestro o la toma de rehenes. Los niños pueden cursar con TEPT como consecuencia de una experiencia sexual inapropiada, ya sea que sufran o no lesión. El TEPT puede diagnosticarse incluso en quienes sólo se enteraron de algún trauma intenso (o su amenaza) sufrido por alguien cercano—hijos, cónyuges, otros parientes cercanos. Uno o dos de cada 1.000 pacientes que se someten a anestesia general refieren después haber tenido conciencia de dolor, ansiedad, indefensión y temor de muerte inminente durante el procedimiento; hasta la mitad de ellos puede desarrollar de manera subsecuente síntomas de TEPT.
En esta clasificación se excluyen las experiencias estresantes de la vida cotidiana, como el duelo, el divorcio y la enfermedad grave. El despertar de la anestesia mientras la cirugía aún continúa, sin embargo, se podría considerar un evento traumático, así como enterarse de la muerte accidental súbita del cónyuge y de una enfermedad que amenaza la vida de un hijo.
Después de cierto periodo (los síntomas no suelen desarrollarse de inmediato tras el trauma), el individuo de alguna manera vuelve a evocar el evento traumático y trata de evitar pensar en él. También hay síntomas de hiperactivación fisiológica, como exageración de la respuesta de sobresalto. Los pacientes con TEPT también expresan sentimientos negativos, como culpa o responsabilidad personal (“Yo debería haberlo evitado”).
Además del evento traumático mismo, otros factores pueden participar en el desarrollo del TEPT. Entre los factores individuales se encuentran el carácter innato de la persona y la herencia genética. El nivel bajo de inteligencia y la preparación educativa escasa muestran una asociación positiva con el TEPT. Entre los factores ambientales están el estado socioeconómico bajo y la pertenencia a un grupo minoritario racial o étnico.
En general, a más terrible o más prolongado el trauma, mayor será la probabilidad de que se desarrolle TEPT. El riesgo se incrementa hasta alcanzar a una cuarta parte de los sobrevivientes de un combate intenso y a dos terceras partes de quienes fueron prisioneros de guerra. Los que enfrentaron desastres por fenómenos naturales, como incendios o inundaciones, por lo general tienden menos a desarrollar sintomatología.
Los adultos mayores tienen menos probabilidad de desarrollar síntomas que los de menor edad, y las mujeres tienden a mostrar tasas un poco más altas que los varones. Cerca de la mitad de los enfermos se recupera en el transcurso de algunos meses; otros pueden experimentar incapacidad por años.
Síntomas principales del TEPT
Re-experimentación intrusiva del acontecimiento traumático
Algunos autores consideran que los síntomas de este tipo son “la marca de contraste” del TEPT. Se trata de re-experimentaciones del acontecimiento traumático de carácter intrusivo, que pueden provocar en la persona una reacción de estrés y de ansiedad muy similar a la ocurrida frente al trauma original. Aquí se incluyen síntomas que van desde flashbacks, pesadillas, etc. Hay autores que indican que esta re-experimentación puede llegar a provocar una “re-traumatización”, auto-perpetuando el trauma, y “fijando” a la persona en un acontecimiento al que está siendo continuamente re-expuesto.
Evitación
La evitación de los recordatorios del trauma es uno de los síntomas centrales del TEPT, y se puede manifestar de diferentes modos. Por un lado, la persona puede presentar conductas de evitación para no tener que afrontar cualquier recordatorio de la experiencia traumática. Los recordatorios pueden ser personas, situaciones o circunstancias que se parecen o que están de algún modo asociadas con el suceso. Por otro lado, las personas con TEPT suelen intentar alejar los recuerdos de su mente y evitar pensar o hablar en detalle sobre el acontecimiento, especialmente en los peores momentos. Sin embargo, también suele ocurrir que la persona rumie en exceso sobre los aspectos que pudieron prevenir el acontecimiento, sobre las razones o porqué les tuvo que ocurrir a ellos, o sobre como vengarse del acontecimiento. Por otro lado, la persona puede evitar los recuerdos del trauma por medio de mecanismos disociativos o síntomas de amnesia. Otra forma de evitación que suele desarrollarse, y que veremos a continuación, tiene que ver con la experimentación de emociones, especialmente con las emociones “intolerables” para la persona, intentado en muchos casos “anestesiarse” emocionalmente, ya sea mostrando “desapego” afectivo, por medio de consumo de sustancias, por dedicación excesiva al trabajo u otras actividades, etc.
Embotamiento
Muchos autores consideran que los síntomas de embotamiento son una manera de evitación que se produce específicamente en el TEPT. El entumecimiento puede expresarse como depresión, anhedonia, falta de motivación, pero también como reacciones psicosomáticas, o estados disociativos. Hay que tener en cuenta que, como indicamos más abajo, en muchas ocasiones las personas con este trastorno presentan dificultades para controlar sus emociones, y precisamente por ello intentan evitar las sensaciones internas perturbadoras.
Hiperactivación autonómica
Aunque las personas con TEPT suelen caracterizarse por constricción emocional, sin embargo sus cuerpos parecen seguir reaccionado a determinados estímulos emocionales y físicos como si aún persistiera la amenaza, aunque esta activación autonómica no tiene ya la función adaptativa de alertar al organismo de un peligro. Esta hiperactivación lleva asociada problemas de sueño. Por un lado, puede que sean incapaces de calmarse lo suficiente para irse a dormir, y por otro pueden tener miedo de sus pesadillas. Muchas personas con TEPT informan de que su sueño se interrumpe, se despiertan tan pronto comienzan a tener un sueño, por miedo a que éste se convierta en pesadilla. Por otro lado, estas personas también informan de hipervigilancia excesiva, y respuesta de sobresalto exagerada. La hiperactivación fisiológica que experimentan estas personas también interfiere con su capacidad para concentrarse. Al margen de los problemas de amnesia sobre ciertos aspectos del trauma, estas personas suelen tener problemas para recordar cosas cotidianas. Pueden incluso perder logros madurativos, y volver a estadios anteriores de afrontamiento del estrés, como perder su capacidad para cuidar de sí mismos, dependencia excesiva, tomar decisiones autónomas, control de esfínteres en niños, etc.
Reacciones emocionales intensas
Aparecen dificultades en la regulación del afecto. Estas personas pueden responder a los estímulos con reacciones intensas y desproporcionadas (enfado, ansiedad, pánico, etc.), lo que puede incluso llegar a intimidar a los demás. Pero también pueden quedarse paralizadas.
Conductas agresivas hacia otros y hacia sí mismos
Muchos estudios han indicado que las personas traumatizadas pueden manifestar conductas agresivas hacia otros o hacia ellos mismos. Por ejemplo, los abusos infantiles incrementan la probabilidad de conducta delictiva y criminal en la edad adulta.
Tratamiento del TEPT
El tratamiento del TEPT se realiza con psicoterapia y con medicación. En psicoterapia se trabaja el manejo de la ansiedad a través de la relajación, la meditación, aprender a sustituir los pensamientos negativos por otros positivos y aprender a frenar los pensamientos que originan ansiedad.
La Terapia Cognitiva y la Terapia de exposición, que supone exponerse tanto imaginariamente como en la realidad a las situaciones que rememoran el trauma, sin que se desencadenen los síntomas.
Los medicamentos que se emplean para el tratamiento del TEPT son los antidepresivos, desde los de nueva generación, hasta los antiguos. Además se pueden emplear fármacos que estabilizan el estado de ánimo y medicación ansiolítica, para el tratamiento de la ansiedad en momentos puntuales donde no es posible controlarla.
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